Para toda una generación de españoles, los que nacieron después de 1960, la Constitución fue la culminación de un proceso que iniciaron sus mayores ya en los últimos años de la vida del dictador. Porque en estos tiempos de revisionismo histórico se nos olvida muchas veces recordar que nuestro país sufrió cuatro décadas de la más negra y siniestra dictadura. Sin embargo, cuando se cumplen 39 años de aquel histórico 6 de diciembre de 1978, otra generación de españoles, la mía, la de los nacidos en los 80, somos los llamados no a derribar como algunos pretenden, sino a asentar las bases de un nuevo edificio constitucional en el que todos tengamos cabida. Está claro que la Constitución de 1978 nos ha brindado a todos los españoles un marco de convivencia en el que nuestro país ha podido alcanzar por fin un régimen de libertades y derechos como jamás en toda su longeva historia lo había disfrutado.
Manuel Fraga, Miquel Roca, Gregorio Peces-Barba, Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez Llorca, Miguel Herrero de Miñón y Jordi Solé Tura. Los llamados padres de la Constitución del 78 |
A pesar de ello, tener a la Constitución como
una especie de texto sagrado que no puede alterarse es el más flaco favor que
le podemos hacer al código legal que ha sentado las bases de nuestra
convivencia en todos estos años. En mi opinión, casi cuatro décadas después de
su aprobación, ha llegado el momento de que, como hicieron nuestros
antecesores, las distintas fuerzas políticas trabajemos para encontrar un
espacio común adaptado a las necesidades de la sociedad del siglo XXI, que de
cobijo a las distintas sensibilidades sociales y que, de una forma lo más
consensuada posible, cerremos aquellos aspectos que quedaron por resolver hace
casi cuarenta años, como el modelo territorial de nuestro país, para lo que
necesitaremos alcanzar un acuerdo amplio y generoso que consiga que todos, sin
excepción, encontremos nuestro lugar en la casa de todos que debe ser nuestra
Constitución.
Cartel del PSOE para el referendum constitucional del 6 de dicimebre de 19178 |
La Constitución es, para los socialistas,
sinónimo de impulso político, económico y social para nuestro país. Nos
sentimos orgullosos de ella, de nuestra participación en su elaboración y
defensa y de nuestra decisiva aportación a su aplicación y desarrollo durante
sus 39 años de vigencia.
Es precisamente por ello que, hoy, en 2017,
es necesario adaptar nuestra norma suprema a los nuevos retos y realidades de
nuestro tiempo, para dar respuesta a una nueva sociedad constituida por una
ciudadanía más plural, más heterogénea, más formada, más participativa y más
exigente a la hora de reclamar el funcionamiento eficaz de sus instituciones y
el respeto a sus derechos y libertades. En resumen, los socialistas mostramos,
nuestro compromiso con el sistema constitucional y reiteramos nuestro
convencimiento de que es necesario emprender una reforma constitucional
consensuada y bien medida para un nuevo largo periodo de convivencia, con el
objetivo fundamental de garantizar el progreso, la paz social, la estabilidad
política y la solidaridad territorial para los españoles de ahora para y las
futuras generaciones.
Por esas razones, desde el espíritu de
concordia y de consenso con que el que fue posible elaborar hace 39 años
nuestra Constitución, es necesario que todos los partidos, las instituciones,
los agentes económicos y sociales, el conjunto de los ciudadanos y de la
sociedad civil, hagamos un esfuerzo para entablar un diálogo constructivo, nos
decidamos por apostar por el trabajo colectivo para ponernos manos a la obra en
el empeño de renovar el pacto social y político que permitió alumbrar nuestra
actual Carta Manga. Un proceso que espero que permita abrir, más temprano que
tarde, el debate de la reforma del texto Constitucional pensando en un futuro
mejor para España; un futuro de paz,
estabilidad, progreso y libertad. Creo con sinceridad que el empeño merece la
pena y por eso el mejor homenaje que podemos hacer a la Constitución de 1978 es
afrontar con grandeza, generosidad y altura de miras su revisión, su reforma y
su actualización para conseguir, entre todos, una mejor España al servicio de
los ciudadanos, en la que quepamos todos y todas en un proyecto común,
ilusionante e integrador.